Padecimientos
El autismo forma parte de los trastornos del neurodesarrollo, un grupo de afecciones que inician en el periodo del desarrollo, es decir, en la infancia. Previamente se consideraba el autismo y el síndrome de Asperger como entidades diferentes, sin embargo, hoy en día se considera en conjunto como trastorno del espectro autista. Es decir, es una gama de síntomas que varían en severidad y forma de presentación, como una amplia gama de grises, más que entidades separadas.
Los diferentes tipos de autismo que se han identificado reflejan una diversidad en la manifestación de los síntomas, su gravedad y la edad de aparición.
Aunque ya no se usan oficialmente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), aquí te presento algunas categorías que se utilizaban en el DSM-IV:
Se solía considerar la forma más «severa» de los TEA. Los síntomas incluyen dificultades significativas con la interacción social y la comunicación, además de intereses o comportamientos repetitivos y restringidos.
Considerado una forma «más leve» de autismo, las personas con el Síndrome de Asperger pueden tener dificultades sociales y comportamientos o intereses restringidos, pero su capacidad de lenguaje y su inteligencia suelen estar dentro del rango normal o incluso por encima de la media.
Esta categoría se utilizaba para las personas que presentaban algunas características del autismo, pero no cumplían con todos los criterios para una diagnóstico de trastorno autista o síndrome de Asperger.
Este es un trastorno raro y severo en el cual un niño desarrolla normalmente hasta los 2-10 años de edad y luego experimenta una pérdida significativa de habilidades sociales, de comunicación y otras.
Desde la actualización del DSM-5 en 2013, todas estas categorías se han unificado bajo el término de Trastornos del Espectro Autista (TEA), enfatizando que estos trastornos se presentan en un espectro que va de los síntomas más leves a los más severos.
El trastorno del espectro autista se caracteriza por un déficit persistente en la comunicación e interacción social en múltiples contextos, incluyendo un déficit en la reciprocidad social, en el lenguaje no verbal y en las habilidades para desarrollar, mantener y entender las relaciones. Además del aspecto social y del lenguaje, también existen patrones de comportamiento, intereses o actividades restrictivas o repetitivas.
Aproximadamente el 20% de los padres reportan que el niño tiene un desarrollo normal, hasta los 1 o 2 años en donde se empieza a ver que no sigue desarrollándose igual que otros niños de su edad. Algunos de los primeros síntomas que pueden observarse es un retraso o ausencia de la sonrisa social, que pasa mucho tiempo jugando solo, falta de interacción con otros niños o incluso con los mismos padres, retraso en decir sus primeras palabras y falta de interés en poder comunicarse.
Con el tiempo pueden observarse otros datos como falta de contacto visual, falta de expresión facial, falta de interacción con otras personas, interés muy intenso en un tema en específico, comportamiento ritualista, falta de adaptaciones a los cambios acompañado de un estrés importante (incluso un comportamiento caótico) y conducta impulsiva.
Cabe destacar que conforme pasa el tiempo y el niño toma terapias, éstos síntomas pueden ir disminuyendo al enmascararse por mecanismos compensatorios. Esto también puede verse cuando los síntomas son leves y el mismo niño encuentra otras formas de compensarlo.
Aunque se desconoce la causa exacta del autismo, se ha visto que tiene una importante asociación con la genética, además de que en ocasiones se asocia a la presencia de otros padecimientos como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, trastorno obsesivo compulsivo, depresión y ansiedad.
Ambos padecimientos forman parte del trastorno del espectro autista, sin embargo, existen algunas diferencias entre estos 2 trastornos:
Generalmente se considera que el síndrome de Asperger es una forma más leve que el autismo.
De acuerdo a los criterios del DSM-V para el diagnóstico del trastorno del espectro autista se deben de cumplir los siguientes puntos:
Una deficiencia persistente en la comunicación e interacción social, manifestado como:
Patrones restrictivos y repetitivos del comportamiento, interés o actividades, manifestado como:
Para complementar el diagnóstico, se debe especificar si además del trastorno del espectro autista hay o no algún déficit intelectual, trastorno del lenguaje, alguna afección médica o genética conocida y si hay algún otro trastorno del neurodesarrollo concomitante.
En casos leves la comunicación social está alterada pero funcional. El niño puede mostrar poco interés por la conversación o personas pero puede decir frases completas y entablar una conversación. Si hay una inflexibilidad del comportamiento pero sigue siendo funcional.
En casos moderados hay una deficiencia notable en la comunicación verbal y no verbal, la cuál puede ser limitada a sus intereses, presenta una importante ansiedad e inflexibilidad a los cambios e interfiere en su funcionamiento, usualmente acompañado de ansiedad.
En casos graves hay una comunicación e interacción social muy limitada, siendo estrictamente necesaria, además de una importante inflexibilidad del comportamiento con una dificultad extrema a los cambios. En muchos casos se asocia a una discapacidad intelectual y trastornos del lenguaje.
Existe el síndrome de Rett, el cuál se asocia a una mutación genética, suele presentarse antes de los 5 años con pérdida de habilidades aprendidas, así como una marcada alteración en la comunicación.
En el caso del mutismo selectivo el niño muestra una comunicación apropiada en ciertos entornos, mientras que en otros está completamente mudo, además de que no presenta intereses restringidos o repetitivos.
Existen también los trastornos del lenguaje en donde puede afectarse el lenguaje receptivo o expresivo, ocasionalmente asociados a un trastorno del espectro autista. No se acompaña de intereses restringidos.
© 2023 Neurocenter. Todos los derechos reservados.