Padecimientos
Las enfermedades neurológicas y psiquiátricas no son únicas del adulto, muchos niños y adolescentes también las pueden padecer a lo largo de su infancia, y la depresión no es una excepción.
La depresión se define como un trastorno mental que se asocia con un estado de ánimo predominantemente triste. En un adulto suele generar problemas laborales y familiares, asociándose con abuso de sustancias entre otras cosas.
Los niños y adolescentes también pueden sufrir de depresión, por lo que se debe dejar a un lado el estigma de “ellos no tienen nada de qué preocuparse” o “¿cómo va a tener depresión si su única obligación es la escuela?”.
Se estima que aproximadamente un 1% de los niños en etapa preescolar sufren depresión, cifra que aumenta con la edad, alcanzando un 5-7% en la adolescencia.
En la última década los casos de depresión infantil han ido en aumento lo que puede explicarse por dos motivos. Uno es que se ha puesto más atención a éste trastorno por lo que se han enfocado más campañas y esfuerzos en identificar los síntomas y realizar el diagnóstico. El segundo motivo es por el estilo de vida al que nos enfrentamos todos actualmente, donde los problemas sociales y familiares juegan un papel importante, y donde la pandemia de la COVID-19 generó un gran impacto.
Los síntomas y signos de depresión en los niños no siempre son clásicos y floridos como en los adultos. Muchas veces éstos signos pueden pasar desapercibidos para los adultos y pueden asumir que se trata de un niño serio, o “berrinchudo” o un niño “problema”.
Éstos signos pueden variar según la edad, aunque algunos de los más característicos son los siguientes.
Algunos síntomas y signos generales que se pueden presentar en cualquier etapa son los sentimientos de culpa frecuente, una baja autoestima y fatiga constante.
La depresión infantil puede ser causada por una variedad de factores. A menudo, es el resultado de una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. Aquí se enumeran algunas de las posibles causas y factores de riesgo:
Los niños que tienen un familiar cercano con depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Además, ciertas condiciones médicas o cambios en la química del cerebro también pueden contribuir a la depresión.
Eventos traumáticos o estresantes, como la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, el abuso físico o emocional, o la negligencia, pueden desencadenar la depresión en algunos niños.
Un ambiente familiar conflictivo, la falta de apoyo social, la pobreza, o vivir en una situación de violencia o inseguridad pueden aumentar el riesgo de depresión.
Los niños con ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo, la baja autoestima o la tendencia a ser muy autocríticos, pueden ser más propensos a la depresión. Además, los niños que tienen una enfermedad mental coexistente, como el trastorno de ansiedad, también tienen un mayor riesgo de depresión.
Enfermedades crónicas, como el asma o la diabetes, pueden aumentar el riesgo de depresión en algunos niños. Además, ciertos medicamentos utilizados para tratar estas y otras condiciones también pueden aumentar el riesgo de depresión.
Es importante recordar que estos son solo factores de riesgo y no causas directas de la depresión. No todos los niños que experimentan estos factores desarrollarán depresión, y algunos niños que desarrollan depresión pueden no tener ninguno de estos factores de riesgo. Si sospechas que un niño puede estar deprimido, es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud mental.
La depresión infantil no siempre tiene un cuadro clásico y fácil de identificar. Hay que recordar que éste trastorno suele ser progresivo, es decir, los signos y síntomas se van añadiendo de poco a poco, lo que hace más difícil el diagnóstico ya que puede pasar desapercibido. El diagnóstico lo debe realizar un médico especialista mediante evaluaciones, interrogatorio médico y exploración física. Se deben descartar causas orgánicas, es decir, causas físicas, como por ejemplo el niño que realmente tiene dolor y por lo tanto se encuentra triste, no come y está serio.
Una vez descartadas otras causas se puede realizar el diagnóstico de depresión infantil siempre y cuando se cumplan una serie de criterios establecidos.
El tratamiento de la depresión infantil requiere del apoyo por parte de la familia, por lo que los padres y cuidadores principales deben tener un compromiso completo.
La terapia puede ser no farmacológica, farmacológica o mixta. Suele iniciarse con terapia no farmacológica que consta en una serie de sesiones de terapia, cuya modalidad y duración se decidirán según las necesidades de cada paciente. En estas sesiones se busca que el niño identifique sus problemas, encuentre posibles soluciones, fortalezca su autoestima, etc.
El tratamiento farmacológico debe iniciarse únicamente bajo la recomendación del especialista. Existen muchas opciones para las cuales nuestro médico se tomará el tiempo de explicarlas con detalle.
© 2023 Neurocenter. Todos los derechos reservados.