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Las enfermedades neurológicas siempre son motivo de preocupación, sobre todo cuando suceden durante la infancia y adolescencia. Algunas de ellas son graves y otras pueden incluso pasar desapercibidas.
Sin embargo, una de las situaciones que más generan frustración, preocupación y sobre todo un gran impacto para los padres, es cuando algún niño sufre una crisis convulsiva.
Ante ese escenario no es raro que nos dominen los sentimientos de impotencia y desesperación al no saber qué hacer para ayudar a nuestros hijos, por éste motivo, hemos creado una serie de recomendaciones que podrán ayudar un poco ante éstos eventos no deseados.
Pero antes hagamos un recuerdo sobre las crisis convulsivas.
En su presentación más clásica se manifiestan como movimientos musculares involuntarios y bruscos, donde pueden existir sacudidas, relajación de esfínteres (hacerse pipí o popó), pérdida postural (caídas) o pérdida del estado de alerta. Éste tipo de crisis convulsivas, denominadas “tónico clónicas”, fueron descritas desde la antigüedad y a lo largo del paso de los siglos siguió generando asombro y preocupación, siendo incluso representada en muchas obras renacentistas.
Después de presentarse la crisis, suelen acompañarse después de un episodio de somnolencia, confusión o pobre interacción con el medio que se denomina período post ictal.
A pesar de que ésta es una de las manifestaciones clásicas, las crisis convulsivas no siempre se presentan de la misma manera. En algunas ocasiones suelen ser más sutiles como el no perder el estado de alerta y no caerse. Por ejemplo, la crisis se puede manifestar como percibir olores o sabores, o movimientos involuntarios de solo una parte del cuerpo.
El cerebro tiene distintas zonas que tienen tareas diferentes, por ejemplo, hay zonas dedicadas a la vista, la audición, la memoria, el movimiento de las extremidades, etc. Todas éstas zonas se activan por estímulos eléctricos y químicos y suelen comunicarse entre sí. Las crisis convulsivas ocurren por una activación anormal e involuntaria de una o varias zonas del cerebro, cada una de las zonas activadas puede dar manifestaciones específicas.
La fiebre puede ser un mecanismo activador de las crisis convulsivas, que generalmente ante este contexto son benignas.
Las siguientes son recomendaciones que si bien son producto de la evidencia científica, no sustituyen un entrenamiento en primeros auxilios ni las recomendaciones que pueden provenir directamente del médico especialista, por lo que parte de nuestras recomendaciones son acudir con su médico para aclarar cualquier tipo de duda, y también alentamos a la población general a tomar cursos de primeros auxilios para poder brindar apoyo en situaciones de urgencia, pues ninguno de nosotros estamos exentos de éstos eventos.
Mantener la calma:
La recomendación inicial siempre es mantener la calma. Suena fácil decirlo, aunque durante una crisis convulsiva puede ser muy difícil recordar ésta primera regla. Sin embargo, para ponerla en práctica debemos conocer la enfermedad, y como leímos unos párrafos arriba, ahora comprendemos que las crisis convulsivas son producto de una activación intensa del cerebro y que por lo tanto, no la podemos detener, es decir, poco podemos hacer (fuera de un hospital) para detenerla, por lo que nuestro trabajo es cuidar al paciente durante y después de la crisis.
Identificar una crisis convulsiva:
Es fácil cuando se manifiesta con los clásicos movimientos bruscos, pero en ocasiones esto no siempre ocurre. Para ésto podemos llamar al niño por su nombre o tocarlo suavemente para ver si responde, en caso contrario nos encontramos ante un paciente con alteración del estado de alerta y debemos activar el servicio de urgencias.
Llamar al 911:
Una vez identificada la crisis es imprescindible. En caso de que estemos acompañados debemos asignar a alguien para que se encargue de realizar la llamada, pues una regla importante es no dejar solo al niño.
En las crisis convulsivas por fiebre suele ser necesario la aplicación de medicamentos, pero esto debe ser realizado por el especialista y en el hospital. Si nos encontramos en la casa o en la vía pública podemos colocar fomentos fríos, prendas húmedas o mejorar la.
Algunos niños suelen manifestar “auras” que son síntomas que suceden antes de las crisis, por lo que ellos mismos pueden avisar cuando van a convulsionar. Incluso algunos niños están entrenados para éstas situaciones, y cuando saben que van a convulsionar avisan a sus acompañantes, se recuestan en el piso y cubren su cabeza para evitar lastimarse.
Sin embargo, esto no siempre sucede y las crisis convulsivas pueden ser inadvertidas. Si es así, debemos evitar mover bruscamente al niño, en caso de ser posible debemos acostarlo de lado para evitar que broncoaspire, y debemos proteger su cabeza con alguna prenda que tengamos a la mano, y alejar objetos que pueden ocasionar golpes en la cabeza.
Durante la crisis convulsiva debemos mantener la calma y tener paciencia hasta que termine, mientras esperamos la llegada del servicio de urgencias.
Lo que sí se puede hacer durante la crisis:
1.- Aflojar las prendas que estén justas, como el cuello de la camisa o las corbatas.
2.- Grabar con un celular la crisis convulsiva. Esto puede sonar absurdo o ser mal visto, pero un video de la crisis convulsiva donde se muestran los tipos de movimiento, la intensidad de los mismos y la duración, le darán al médico una información valiosa sobre el tipo de crisis convulsiva ante la que nos enfrentamos lo que ayudará con el diagnóstico y su tratamiento.
3.- Registrar el tiempo que dura el evento.
Lo que no se debe hacer durante la crisis:
1.- Tratar de detenerlo, sujetarlo o despertarlo no va a beneficiarlo en nada e incluso puede ocasionar lesiones.
2.- No se debe introducir nada a la boca. Es muy común la idea de que el niño se puede ahogar con su propia lengua lo cual es falso. El hecho de introducir un objeto a la lengua puede ocasionar lesiones en los dientes, e incluso que se trague el objeto. Muchos papás incluso han introducido sus dedos a la boca ocasionan mordidas y pérdida de piezas dentales en el niño.
Cuando se termine la crisis debemos esperar a que nuestro hijo descanse en lo que es llevado al servicio de urgencias. Lo siguiente es esperar al neurólogo para iniciar el abordaje correspondiente.
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