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La dislexia se asocia más comúnmente con problemas para aprender a leer. Afecta la capacidad del niño para reconocer y manipular los sonidos del lenguaje. Los niños con este trastorno tienen dificultades para descifrar palabras nuevas o dividirlas en partes manejables que luego puedan pronunciar. Esto causa dificultad con la lectura, la escritura y la ortografía. Pueden compensarlo memorizando palabras, pero tendrán problemas para reconocer palabras nuevas y pueden tardar en recuperar incluso las palabras ya familiares.
La dislexia no es un reflejo de la inteligencia de un niño; de hecho, se define como una brecha entre la capacidad y el rendimiento de un estudiante. Algunos jóvenes pueden seguir el ritmo de sus compañeros con un esfuerzo adicional al menos durante los primeros grados. Pero alrededor del tercer grado, cuando necesitan poder leer rápido y con fluidez para mantenerse al día con su trabajo, se encuentran con problemas.
Se estima que 1 de cada 5 niños tiene dislexia. Además, que entre el 80 y el 90 por ciento de los niños con trastornos del aprendizaje la tienen. Muchos niños no son diagnosticados porque las dificultades en la escuela se atribuyen incorrectamente a la inteligencia, el nivel de esfuerzo o a los factores ambientales.
Aunque los expertos solían decir que este trastorno era más frecuente en niños que en niñas, las investigaciones actuales indican que afecta a niños y niñas por igual.
En la escuela, es probable que los niños con dislexia:
La dislexia también afecta a los niños fuera de la escuela. Los niños con dislexia también pueden:
La dislexia puede comenzar a manifestarse a una edad temprana, y existen evaluaciones preescolares que analizan la conciencia del niño de los sonidos que forman las palabras y la capacidad de recuperación de palabras. Algunos expertos sugieren esperar hasta que los niños tengan al menos seis años y hayan recibido alguna instrucción formal en lectura para buscar una evaluación formal.
Aunque la dislexia se debe a diferencias en el cerebro, ningún análisis de sangre o exámenes de laboratorio pueden detectarla. Sin embargo, las pruebas para la dislexia deben considerar:
Una de las mejores maneras de apoyar a un niño con dislexia, o a cualquier niño que tenga dificultades, es fomentar aquellas actividades que les gustan y en las que se sienten bien, ya sea música, unirse a un equipo deportivo o cualquier otra cosa que ayude a desarrollar su confianza.
Una idea errónea común es que la dislexia es una enfermedad. Otro concepto erróneo es que una persona con dislexia es menos inteligente. Ambas ideas son falsas. De hecho, la investigación no muestra ningún vínculo entre la inteligencia y la dislexia. Muchas personas con dislexia logran grandes logros en sus campos de elección.
Tener dislexia significa que leer es difícil, no significa que la persona sea incapaz o perezosa. Encontrar técnicas para ayudar a controlar la dislexia es fundamental para el aprendizaje exitoso y la autoestima. Hay que recordar que el tener dislexia no refleja poca inteligencia.
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